Me ha sorprendido gratamente la homilía que ha pronunciado el papa Benedicto XVI el último día de su reciente viaje a Francia en el Santuario de Lourdes. Nunca me había dado por pensar, rezar o imaginar cómo es y cuánto vale la sonrisa de la Virgen María. Se trata de un bello texto, original y poético, cargado de profundidad teológica. El Papa recomienda a los fieles, especialmente a los enfermos, buscar la sonrisa de María: "Buscar la sonrisa de María no es sentimentalismo devoto o desfasado, sino más bien la expresión justa de la relación viva y profundamente humana que nos une con la que Cristo nos ha dado como Madre. En la sonrisa que nos dirige la más destacada de todas las criaturas, se refleja nuestra dignidad de hijos de Dios, la dignidad que nunca abandona a quienes están enfermos. Esta sonrisa, reflejo verdadero de la ternura de Dios, es fuente de esperanza inquebrantable. Sí, buscar la sonrisa de la Virgen María no es un infantilismo piadoso, es la aspiración de los que tienen mayor madurez espiritual y saben reconocer precisamente su debilidad y su pobreza ante Dios. Buscar esa sonrisa es ante todo acoger la gratuidad del amor; es también saber provocar esa sonrisa con nuestros esfuerzos por vivir según la Palabra de su Hijo amado, del mismo modo que un niño trata de hacer brotar la sonrisa de su madre haciendo lo que le gusta. Y sabemos lo que agrada a María por las palabras que dirigió a los sirvientes de Caná: "Haced lo que Él os diga".
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