Todo ser humano tiene en su vida un mayo del 68. Ese momento en el que decide revisar, habitación por habitación, la casa que le han dado sus padres para montar la suya propia. Romper amarras, plantear interrogantes, trazar nuevos destinos, cambiar planteamientos, poner algo (o todo) en duda, realizar avanzadillas a territorios inexplorados o hacer un último intento por entender lo inentendible. Nuestro particular mayo del 68, algunos, lo hicimos en la Torre. Coincidiendo con la etapa vital más a flor de piel, como es la universitaria, el Colegio Mayor fue el refugio y escenario de nuestra metamorfosis existencial. Siempre en vertical: aprendiendo a pasárnoslo bien, a ser buenos amigos, a comprender a los diferentes, a saber que lo importante no eran las respuestas sino llegar a los grandes interrogantes, a disfrutar con mentalidad abierta y universal de lo más sencillo y cotidiano, a abrazar la libertad con los dos brazos y a lo grande, a saber pedir perdón y a dar las gracias, a servir a los demás sin ser serviles, a vivir plenamente confiados y sin miedo a equivocarse, a admirar la belleza y apostar por su visión épica y a echarnos unas buenas risas en la primera esquina que fuera posible. En Torre Uno aprendimos a mirar la vida a través del hueco que siempre tienen las buenas historias. 40 años después de mayo del 68, hemos celebrado el 40 aniversario de las torres. Como dijo el sabio maestro Nieto, en el acto solemne y académico, la torre es la única pieza del ajedrez que juega siempre en línea recta, tanto en sentido horizontal como vertical y en todas las direcciones. Una línea recta que, afortundamente y a pesar de nosotros mismos, siempre seguirá adelante.Cuando el hombre pierde el miedo a equivocarse es LIBRE. Eso es la REDENCIÓN. El PERDÓN. Cuando el hombre es consciente de que hay perdón rompe el último baluarte de los enemigos de la LIBERTAD, que es meter miedo. Se pierde el miedo incluso a la propia equivocación, se es más libre y entonces saca lo mejor de si mismo.
lunes, 12 de mayo de 2008
MAYO DEL 68
Todo ser humano tiene en su vida un mayo del 68. Ese momento en el que decide revisar, habitación por habitación, la casa que le han dado sus padres para montar la suya propia. Romper amarras, plantear interrogantes, trazar nuevos destinos, cambiar planteamientos, poner algo (o todo) en duda, realizar avanzadillas a territorios inexplorados o hacer un último intento por entender lo inentendible. Nuestro particular mayo del 68, algunos, lo hicimos en la Torre. Coincidiendo con la etapa vital más a flor de piel, como es la universitaria, el Colegio Mayor fue el refugio y escenario de nuestra metamorfosis existencial. Siempre en vertical: aprendiendo a pasárnoslo bien, a ser buenos amigos, a comprender a los diferentes, a saber que lo importante no eran las respuestas sino llegar a los grandes interrogantes, a disfrutar con mentalidad abierta y universal de lo más sencillo y cotidiano, a abrazar la libertad con los dos brazos y a lo grande, a saber pedir perdón y a dar las gracias, a servir a los demás sin ser serviles, a vivir plenamente confiados y sin miedo a equivocarse, a admirar la belleza y apostar por su visión épica y a echarnos unas buenas risas en la primera esquina que fuera posible. En Torre Uno aprendimos a mirar la vida a través del hueco que siempre tienen las buenas historias. 40 años después de mayo del 68, hemos celebrado el 40 aniversario de las torres. Como dijo el sabio maestro Nieto, en el acto solemne y académico, la torre es la única pieza del ajedrez que juega siempre en línea recta, tanto en sentido horizontal como vertical y en todas las direcciones. Una línea recta que, afortundamente y a pesar de nosotros mismos, siempre seguirá adelante.
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2 comentarios:
Cumpleaños feliz a las torres y que cumplan muchos más!!!!
Feliz aniversario a los torreros del mayor!!!!
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