“Capicúa” es un cortometraje del jovencísimo realizador catalán Roger Villarroya (Barcelona, 1985) que ha obtenido el Gran Premio del Jurado en el Jameson Notodofilmfest en su edición de 2010 y que merece la pena ver. De principio a fin. El jurado de la última edición ha considerado que Capicúa es la mejor película "por su estudiada sencillez, por su brillante efectividad, por su tremenda ternura exenta de efectismo, y por su hermoso homenaje a la primera y, sobre todo, tercera edad". La palabra capicúa (en matemáticas, número palíndromo) se refiere a cualquier número que se lee igual de izquierda a derecha y de derecha a izquierda (Ejemplos: 212, 7.540.550.457). El término se origina en la expresión catalana cap i cua (cabeza y cola). Pues eso.
Cuando el hombre pierde el miedo a equivocarse es LIBRE. Eso es la REDENCIÓN. El PERDÓN. Cuando el hombre es consciente de que hay perdón rompe el último baluarte de los enemigos de la LIBERTAD, que es meter miedo. Se pierde el miedo incluso a la propia equivocación, se es más libre y entonces saca lo mejor de si mismo.
domingo, 16 de mayo de 2010
CAPICÚA DE ROGER VILLAROYA
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3 comentarios:
Un bonito video para entender la cadena de la vida humana, la necesidad del amor y la entrega a los demás y, sobre todo, la tremenda aberración que supone la eutanasia. De la misma forma que cuidamos de nuestros pequeños, debemos cuidar de nuestros mayores que tanto nos han dado y no quitárnoslos de encima como si fueran coches viejos sin valor. Sí a la vida. Gracias Gaudencio Lecanda!
Es la misma idea que la película de benjamin button. Esperemos que conciencie a la peña.
ESTE CORTO ME HA RECORDADO UNA CARTA AL DIRECTOR QUE LEI HACE TIEMPO CON MOTIVO DE LA MUERTE DE ELUANA ENGLARO:
Tengo una hija como Eluana
Sr. Director:
Tengo una hija que no habla y no reconoce a nadie de nuestra familia. Se hace constantemente sus necesidades encima y hay que limpiarla. Llora, emite sonidos sin sentido y tenemos que alimentarla cada tres o cuatro horas a lo sumo porque podría deshidratarse y morir. Las noches son muy duras y mi mujer y yo estamos agotados. Su estado es tan dependiente que a mi mujer le han dado la baja en el trabajo para cuidarla.
Mi hija tiene un mes de vida, pero no por eso dejamos de amarla y ayudarle a abrirse camino en esta vida. Lo hacemos ahora y lo haremos siempre, incluso si por algún nefasto motivo -Dios no lo quiera- vuelve a este estado dentro de unos años. Porque a pesar de su dependencia y necesidad, sigue siendo un ser humano, sigue siendo nuestra hija, sigue mereciendo todo el amor y la ternura del mundo.
Tengo una hija como Eluana, pero yo no la dejaré morir de hambre o sed, y si en mi mano estuviera, intentaría hacer ver, a todos los padres que se lo plantean, lo inhumano que supone dejar de amar a un hijo hasta producirle la muerte.
Josema Visiers Lecanda
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