jueves, 12 de marzo de 2009

EL CATÓLICO SEÑOR DE LOS ANILLOS

Aprovechando la primera visita a España en estos días del escritor inglés Joseph Pearce, un interesante converso del siglo XX al que habrá que seguir la pista, he encontrado esta sugerente entrevista que le hicieron a raíz de la publicación de su libro "Tolkien: el hombre y el mito". En ella trata de explicar la envergadura y profundidad del legado literario del gran escritor y filólogo católico de la Universidad de Oxford. Para aquellos que aseguran que en El Señor de los Anillos, exitosa y mundialmente conocida trilogía llevada recientemente al cine, no existe nada del pensamiento y la concepción católica de la vida que tenía el sabio profesor británico de la pipa, aquí les dejo estas certeras líneas de Pearce: "En la caracterización del hobbit, el más improbable de los héroes, vemos la exaltación de la humildad. En la figura de Gandalf, vemos el arquetipo de un patriarca del Antiguo Testamento, su bastón aparentemente tenía el mismo poder que el de Moisés. En su aparente «muerte» y «resurrección», lo vemos emerger como una figura semejante a Cristo. Su «resurrección» se convierte en su transfiguración. Antes de entregar su vida por su amigos era Gandalf el Gris; después, se convierte en Gandalf el Blanco. Es blanqueado en la pureza de su autosacrificio y emerge más poderoso en virtud que nunca. El personaje de Gollum es degradado por su apego al Anillo, el símbolo del pecado de orgullo. El poseedor del Anillo es poseído por su posesión y, en consecuencia, es desposeído de su alma. El portador del Anillo siempre se hace invisible a aquellos que son buenos, pero al mismo tiempo se hace más visible a los ojos del mal. Entonces vemos que el pecador se excomulga a sí mismo de la sociedad de los buenos y entra en el mundo de Satán. Por último, el hecho de llevar el anillo por parte de Frodo, y su heroica lucha por resistir a la tentación de sucumbir a sus poderes maléficos, es semejante al llevar la Cruz, el supremo acto de olvido de sí. De este modo, en «El Señor de los Anillos», las fuerzas del mal son vistas como poderosas pero no omnipotentes. Se da la percepción de que la divina providencia está del lado de la Comunidad y que, al final, ésta prevalecerá contra todos los pronósticos. Como Tolkien dice sucintamente, «Sobre todas las sombras cabalga el Sol»". No hay que olvidar que la mitología también puede ayudar a transmitir las verdades trascendentes. El Señor de los Anillos es un claro ejemplo de ello.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He tenido la suerte de conocer hoy personalmente a Pearce. Un tipo muy interesante y ameno. Un San Pablo del s.XXI.

Anónimo dijo...

Es cosa de interpretaciones que, faltas de torcidas pasiones, perfectamente pueden ser aplicadas. ¿Por qué no? Si cada lector en su sano juicio puede tomar para sí lo que considere más gratificante de una lectura.

Saludos afectuosos, de corazón.