Cuenta el crítico de cine Javier Coma en una entrevista que le hacen en La Vanguardia que la revista cinematográfica "Dirigido Por" hizo hace años una rigurosa encuesta entre cuarenta críticos españoles. De las veintitrés mejores películas citadas ninguna era posterior a 1966. Asegura que los años 50 constituyen la gran década de la historia del cine, el jazz, la novela negra, el teatro y de la narrativa de EE. UU. Cuenta la última vez que ha llorado en el cine: "Aún lloro al ver las dos versiones de Tú y yo:en blanco y negro con Charles Boyer o en color con Cary Grant y Deborah Kerr" y la última que se ha reído: "Siempre que veo la cena de La fiera de mi niña:cuando el invitado empieza a imitar los sonidos de los animales que caza". El cine le conmueve y le indigna: "Capra me despierta una y otra vez afán de justicia y fe en la humanidad; pero ver cómo los colonos usan y tiran a John Wayne en Centauros del desierto me sume de nuevo en la melancolía y el escepticismo". Coincide con algo que me enseñó hace años el gran director, cineasta y amigo Rodrigo Sopeña: la escena que mejor refleja la alegría, como concepto, en la historia del cine está en "Cantando bajo la lluvia": "Para reanimarse ¡Pónganse Cantando bajo la lluvia y volverá a salir el sol! A mí siempre me funciona. Fue un himno a la libertad en plena caza de brujas. Sutil y lúcido. Genial". Termina con una gran verdad sobre el cine en la actualidad: "Hoy las pelis taquilleras son de carreras y destrozos - a los chavales les encanta romper cosas-,pero no se enteran de que cuando el tren entra en un túnel en Con la muerte en los talones significa que Cary Grant se acaba de acostar con Eva Marie Saint. ¡Lo que se pierden los chicos! El lenguaje visual de la tele hasta el videojuego es tan fácil, literal y plano que el cine ya sólo se llena de adolescentes a los que se excita con obviedades y groserías. En los 50, el cine exigía madurez y era un desafío expresivo que disfrutaba la gente mayor". Ya saben que yo no sé nada de cine. No tengo el gusto de conocer a Don Javier Coma pero sus palabras me parece que están cargadas de sentido común y sabiduría. Rara avis en este goyesco universo español.
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