viernes, 19 de junio de 2009

MÁS LIBRE Y MÁS DE DIOS

Belén Lázaro es una guapa madrileña de 24 años que está a punto de terminar la carrera de Medicina. Aunque ahora mismo debería estar pensando en qué especialidad elegir para ejercer su clara vocación profesional, algo ha cambiado esta trayectoria por completo: su decisión de ser misionera de la Caridad de las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. Como bien asegura Sonsoles Calavera en esta entrevista del Semanario Alba ha cambiado los vaqueros, la camiseta y el jersey por el sari blanco con dos rayas azules: “Siempre he querido ser médico y formar una familia. Pero lo que yo pensaba que era imposible, ahora no lo es. Es alucinante, esto no es mío. Pero Dios no me pide, ni a nadie, algo que no pueda dar”. Belén es una chica normal de su edad a la que le gusta salir, pasárselo bien y que cuenta con una larga trayectoria como voluntaria, ayudando a los demás, como tantos jóvenes de nuestros días. Ha colaborado con la casa de las "sisters" en Madrid, cuidando enfermos de SIDA, y otro verano en Tánger trabajando junto a las religiosas. Tiene cuatro hermanos y unos padres que, dice, tienen buena parte de la "culpa" de esta vocación. "Yo no estaba cerrada a lo que Dios quisiera de mí. Al principio me agobiaba, no quería, pero sentía que Dios me llamaba a eso: a ser Misionera de la Caridad, incluso antes de conocerlas, cuando sólo las había visto en las noticias. Después Dios me ha cambiado progresivamente el corazón. Ahora ya tengo el deseo de ser misionera, lo quiero yo. Aunque humanamente cueste, lo estoy deseando. Vi que renunciar a muchas cosas era ser más libre y más de Dios. Estoy muy feliz y no me voy a negar a lo que más feliz me va a hacer en el futuro”. En nuestros días llama mucho la atención que una chica con un futuro tan prometedor por delante decida "hipotecarse" ingresando en una congregación religiosa para gastarse la vida junto a los más pobres entre los pobres. Eso sólo puede ser propio de extretarrestres o pirados. Algunos incluso se atreverán a decir que sería más útil a la sociedad ejerciendo como médico o formando una familia como Dios manda. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo hay en las palabras y en la actitud de Belén un algo que es auténtico, genuino y muy atractivo para todos nosotros. Que nos produce hasta una sana envidia en algún rincón del corazón. Es el resplandor maravilloso y la seguridad que otorga a los seres humanos descubrir el designio concreto, que llevamos desde el principio inscrito en el alma, de cuál es el lugar donde vamos a poder darnos, más y mejor, a los demás. Allí donde cada uno alcanzará verdaderamente su mejor yo, para ser tú, vosotros o nosotros. Belén, desde luego, parece que lo ha encontrado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaría que me aclarases una duda, si no fuese mucha la molestia...en el caso de las Misioneras de la Caridad, ¿pueden desarrollar una vida normal? (en el sentido de formar una familia y compartir con los suyos).

Me dio la inquietud porque, si bien tengo entendido que se dedican por entero a la caridad, algunas líneas al comienzo de tu escrito me dejaron la duda. Saludos afectuosos, de corazón.