
Para la mayoría de la sociedad la imagen más representativa de la
guerra del Vietnam es la fotografía de una niña corriendo despavorida por una carretera, desnuda y abrasada por el
napalm. Han pasado más de 35 años desde entonces y
Kim Phuc, su famosa protagonista, ha vuelto a recordar ese horror durante un acto de apoyo a la campaña
'Reescribamos el futuro', de la ong
Save the Children: "El 8 de junio de 1972, todos estábamos escondidos en el templo. Los soldados escucharon a los aviones sobrevolando el lugar y gritaron, ¡corran, corran! Corrí con mis hermanos y mis primos, y cuando me quise dar cuenta había perdido mi ropa, y mi piel empezaba arder. El dolor era tan terrible que perdí la consciencia". Kim sufrió quemaduras en el 65% de su cuerpo, pero
Nick Ut, el fotógrafo vietnamita autor de la foto que dio la vuelta al mundo y ganó el
Pulitzer en 1973, la recogió, la llevó a hospital y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses y desde entonces ha sufrido en sus carnes 17 operaciones. Traigo la historia de
Kim al blog porque su testimonio lo vamos a sumar a la galería de personajes de los que hemos hablado en los últimos posts y que, a pesar del sufrimiento y el dolor que ha inundado sus vidas, han sabido apostar por la radicalidad del perdón: "
Cuando leí por primer vez las palabras de Jesús 'amar a tus enemigos', no sabía como hacerlo. Soy humana, tengo mucho dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. Creí que sería imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil, pero al final lo logré gracias al amor de mi familia y de Dios". En 1996, la Fundación para la Memoria de los Veteranos de Vietnam la invitó a Washington y allí conoció a uno de los pilotos que participaron en el bombardeo de Trang Bang, su aldea. Kim Phuc le perdonó públicamente entre sollozos, convirtiéndose en el símbolo mundial de la reconciliación. "
El perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo. Mi foto es un símbolo de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón". Sólo después de leer y escuchar este increíble testimonio se entiende mejor la sonrisa con la que posa la señora Phuc en esta otra fotografía para la prensa como embajadora de la
Unesco y de su propia
fundación.
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