viernes, 5 de junio de 2009

EL ARMA MÁS PODEROSA: EL PERDÓN

Para la mayoría de la sociedad la imagen más representativa de la guerra del Vietnam es la fotografía de una niña corriendo despavorida por una carretera, desnuda y abrasada por el napalm. Han pasado más de 35 años desde entonces y Kim Phuc, su famosa protagonista, ha vuelto a recordar ese horror durante un acto de apoyo a la campaña 'Reescribamos el futuro', de la ong Save the Children: "El 8 de junio de 1972, todos estábamos escondidos en el templo. Los soldados escucharon a los aviones sobrevolando el lugar y gritaron, ¡corran, corran! Corrí con mis hermanos y mis primos, y cuando me quise dar cuenta había perdido mi ropa, y mi piel empezaba arder. El dolor era tan terrible que perdí la consciencia". Kim sufrió quemaduras en el 65% de su cuerpo, pero Nick Ut, el fotógrafo vietnamita autor de la foto que dio la vuelta al mundo y ganó el Pulitzer en 1973, la recogió, la llevó a hospital y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses y desde entonces ha sufrido en sus carnes 17 operaciones. Traigo la historia de Kim al blog porque su testimonio lo vamos a sumar a la galería de personajes de los que hemos hablado en los últimos posts y que, a pesar del sufrimiento y el dolor que ha inundado sus vidas, han sabido apostar por la radicalidad del perdón: "Cuando leí por primer vez las palabras de Jesús 'amar a tus enemigos', no sabía como hacerlo. Soy humana, tengo mucho dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. Creí que sería imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil, pero al final lo logré gracias al amor de mi familia y de Dios". En 1996, la Fundación para la Memoria de los Veteranos de Vietnam la invitó a Washington y allí conoció a uno de los pilotos que participaron en el bombardeo de Trang Bang, su aldea. Kim Phuc le perdonó públicamente entre sollozos, convirtiéndose en el símbolo mundial de la reconciliación. "El perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo. Mi foto es un símbolo de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón". Sólo después de leer y escuchar este increíble testimonio se entiende mejor la sonrisa con la que posa la señora Phuc en esta otra fotografía para la prensa como embajadora de la Unesco y de su propia fundación.

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