sábado, 5 de abril de 2008

TEORÍA DEL HALAGO

Al principio uno puede llegarse a creer que lo ha recibido con verdadera madurez. Incluso puede considerar que es inofensivo para su organismo y que se puede escuchar sin ninguna precaución ni cautela. Pero no es así. Es como esos virus que tardan en reproducirse. Esta ahí, anidando en tu interior, aunque no te des cuenta. Espera aletargado su mejor momento, en algún rincón de la existencia, y salta cuando menos te lo esperas. Sin previo aviso comienza una incontrolada espiral de vanidad que, si no se combate con mucha humildad y esfuerzo, puede llegar a ahogarte y estrangularte vivo. Es un cáncer metastático en las entrañas de la persona. Casi letal. Llega sin avisar, de cualquier forma o manera, disfrazado de lobo en medio de corderos. Está ahí, al acecho, como el avaro que administra, miga a miga, una enorme y sabrosa hogaza de la personalidad. Espejo, comentario, atribución, "mehandicho" o por terceras personas. Nos gusta y nos enloquece. Nos vuelve otra persona. Pero es la mecha que, definitivamente, prende la perdición. Nubla nuestra debilidad y envía al olvido las manos manchadas de torpeza, inutilidad, caída y pequeñez. Nos convierte en depredadores del yo y reyes del egocentrismo.
Hoy se me ha atragantado un halago. Perdonen la modestia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

NO QUIERO NI IMAGINARME DE QUE TENOR FUE EL HALAGO, MADRE MÍA!!!!!!!!!