sábado, 27 de diciembre de 2008

VISIBILIDAD ENCARNADA

Interesante y muy recomendable artículo del teólogo y pensador abulense Olegario González de Cardedal al hilo de las diferentes polémicas a las que asistimos últimamente sobre el papel que debe desempeñar la religión en la esfera pública de las sociedades modernas del siglo XXI. El amigo personal del Papa Benedicto hace una preciosa descripción de lo que es el catolicismo para explicar su postura sobre este asunto con argumentos cargados de gran honestidad intelectual: "El cristianismo es religión de trascendencia a la vez que de encarnación. Dios es real y se ha manifestado en la historia; a su reconocimiento abren la fe y un trascenderse del hombre más allá de la inmediatez de las cosas. Por ello Dios, Cristo y la Iglesia nunca podrán ser visibles como lo son la torre Eiffel, la Cibeles o el mar Mediterráneo. Son tan reales para el creyente como lo son la justicia para el hombre bueno, la belleza para quien tiene sentido estético, la música para quien no es sordo o la pintura para quien tiene ojos iluminados. El cristianismo es a la vez religión de encarnación, y en ese sentido es visible, perceptible y verificable. Surge de la acción, de la palabra, de las huellas y signos de Dios en Cristo; no es sólo religión de la conciencia o de la palabra sino también de la historia y de la carne. Dios es real para el hombre que es carne y tiempo, porque él se hizo carne y tiempo. Eso es lo que los cristianos confiesan y de eso es signo la Navidad. La religión es el grito y susurro, nunca agotados en la historia de la humanidad, que rompen la soledad y las cerraduras del mundo. El cristianismo es la confesión de un mundo abierto a la esperanza porque previamente el Creador se nos ha abierto a nosotros, creándonos ojos nuevos para reconocerle Encarnado. Hacer silencio sobre esa historia de gracia y recluirnos en nuestros límites mortales es cercenar la mejor posibilidad humana: ver al Invisible, extendernos hasta el Infinito, vivir de una esperanza última que se revela matriz fecunda de esperanzas, creaciones y credenciales temporales. Los cristianos no pueden sucumbir ni a la provocación ni al silencio".

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