Francis Collins es uno de los científicos más prestigiosos del mundo. Ha sido el director del grupo de investigación que en el año 2000 descifró totalmente la secuencia completa del genoma humano y en la actualidad dirige el Human Genome Research Institute. Médico y químico de profesión ha sido premio Príncipe de Asturias de investigación además de muchos otros reconocimientos nacionales e internacionales. En su libro “El lenguaje de Dios” confiesa que el descubrimiento del genoma humano le permitió vislumbrar cómo es el trabajo de Dios. Este investigador reivindica que hay bases racionales para pensar en la existencia de un Creador y asegura que los descubrimientos científicos acercan al hombre a Dios. Collins tiene una interesante forma de explicar como Ciencia y Religión no tienen porque estar reñidas o ser antagónicas. Asegura que cuando da un gran paso adelante en el avance científico siente una gran alegría intelectual; pero es también un momento donde siente cercanía con el Creador en el sentido de estar percibiendo algo que ningún humano sabía antes pero que Dios sí conocía desde siempre. Su conversión la relata así: "Hasta los 25 años era ateo, no tenía una preparación religiosa, era un científico que reducía casi todo a ecuaciones y leyes de física. Pero, como médico, empecé a ver a la gente que debía afrontar el problema de la vida y de la muerte, y esto me hizo pensar que mi ateísmo no era una idea arraigada. Empecé a leer textos sobre las argumentaciones racionales de la fe, que no conocía. Primero, llegué a la convicción de que el ateísmo era una alternativa menos aceptable. Poco a poco, llegué a la conclusión de que debe existir un Dios que ha creado todo esto pero no sabía cómo era este Dios. Me resultaba difícil echar un puente hacia este Dios. Cuanto más aprendía a conocerlo, más su pureza y santidad me parecían inaccesibles. En esta amarga conciencia, llegó la persona de Jesucristo. Había pasado más de un año desde que decidí creer en alguna especie de Dios, y ahora había llegado la rendición de cuentas. En una hermosa mañana de otoño, mientras por primera vez, paseando por las montañas, me dirigía al oeste del Mississippi, la majestad y la belleza de la creación vencieron mi resistencia. Comprendí que la búsqueda había llegado a su fin. A la mañana siguiente, a la salida del sol, me arrodillé sobre la hierba húmeda y me rendí a Jesucristo".
1 comentario:
En una hermosa mañana de otoño,... la majestad y la belleza de la creación vencieron mi resistencia... A la mañana siguiente, a la salida del sol, me arrodillé sobre la hierba húmeda y me rendí a Jesucristo".
Todos, absolutamente todos podríamos escribir y describir nuestro especial encuentro con Dios, nuestro especial encuentro con su Hijo, Jesucristo.
Dios es así, cuando nosotros vamos Él ya está allí, y solo nos queda rendirnos y adorar con reverencia esta evidencia.
A nosotros seres limitados por tantas cosas se nos hace que pasó demasiado pronto o demasiado tarde en nuestras vidas aquel encuentro, pero lugo caemos en la cuenta de que, "mil años en su presencia son como un ayer que pasó".
La experiencia que hoy nos cuenta Gaudencio de Francis Collins nos ayuda, en estos últimos días del gran advenimiento, a dar gracias a Dios por salir a nuestro encuentro, por hacerse uno de los nuestros. Y... mientras estos pensamientos me acercan un poco más a Dios, recuerdo las palabras de S. S. Benedicto XVI: "Él se ha mostrado. Pero esto no es un hecho ciego, sino un hecho en sí mismo, es Logos- presencia de la razón eterna en nuestra carne. El hecho es razonable. Ciertamente hay que contar siempre con la humildad de la razón para poder acogerlo; hay que contar con la humildad del hombre que responde a la humildad de Dios".
¡Gracias Señor! por los hombres y mujeres que nos acercan a Ti.
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