La joven Sara Simonetta le ha preguntado al viejo Joseph en Loreto: «Siento mi soledad humana y quisiera sentir la cercanía de Dios. Santidad, en este silencio, ¿dónde está Dios?» Una pregunta que también me he hecho yo en más de una ocasión y que vuelve ahora a la actualidad tras las revelaciones sobre la noche oscura que padeció en vida la beata Teresa de Calcuta. La respuesta del Pontífice no tiene desperdicio: «Tenemos que soportar este silencio de Dios, en parte también para poder comprender a nuestros hermanos que no conocen a Dios. La belleza de la Creación es una de las fuentes en las que realmente podemos tocar la belleza de Dios, podemos ver que el Creador existe y es bueno y que es verdad lo que dice la Sagrada Escritura en la narración de la Creación. Es posible percibir la presencia divina escuchando la Palabra de Dios en las grandes celebraciones litúrgicas, en las fiestas de la fe, en la gran música de la fe. Conozco alguna mujer que se ha convertido al cristianismo tras haber escuchado la gran música de Bach, Haendel y Mozart. Tenemos que aceptar que en este mundo Dios es silencioso, pero no debemos permanecer sordos cuando habla, cuando manifiesta su presencia en tantas ocasiones, sobre todo en la Creación, en la liturgia, en la amistad dentro de la Iglesia. Y, llenos de su presencia, también nosotros podemos dar luz a los demás». ¡Gran Pepe!.
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