domingo, 9 de septiembre de 2007

LA INSENSATEZ DE UNA APUESTA

Siempre he pensado que la vida tiene mucho de juego. Es como un enorme salón donde, sobre el tapete verde, se reparte una baraja llena de posibilidades. Hay mucho de misterio pero también, como los grandes, se requiere de todo un arte: sabiduría para poder jugar. En la carta más importante siempre pintan corazones y es en ella donde se cifra, de verdad, la única apuesta crucial. Releyendo estos días a Octavio Paz y su llama doble me ocurre lo que tantas veces... me siento plagiado: "Vivimos con fantasmas y nosotros mismos somos fantasmas. Para salir de esta cárcel imaginaria no hay sino dos caminos. El primero es el del erotismo y termina en un muro. La pregunta del amante celoso, ¿en qué piensas, qué sientes?, no tiene sino la respuesta del sadomasoquismo: atormentar al otro o atormentarnos a nosotros mismos. En uno y en otro caso el otro es inaccesible e invulnerable... La otra salida es la del amor: la entrega, aceptar la libertad de la persona amada. ¿Una locura?, ¿una quimera? Tal vez, pero es la única puerta de la cárcel de los celos. Hace muchos años escribí: el amor es un sacrificio sin virtud; hoy diría: el amor es una apuesta, insensata, por la libertad. No la mía, la ajena."

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