jueves, 14 de junio de 2007

UN SOPLO LA VIDA

Ahora entiendo a Pedro Jota Ramírez cuando dice que no le gusta nada volver a la Universidad de Navarra porque supone ponerse de nuevo frente a la conciencia. Regresar a la facultad donde uno ha estudiado es un ejercicio impúdico de contraste entre lo que algún día quisimos ser y lo que realmente somos. Lo que soñábamos con conquistar y lo que han obtenido nuestras manos vacías. Comprobar, sin darnos cuenta, el cruel y negligente desgaste al que hemos sometido a nuestros nobles ideales de juventud.
El pasado fin de semana me acerqué, ocho años después, a las aulas de mi querida Universidad. Fue para un merecido homenaje al profesor que ha hecho posible que la Radio tenga un papel con mayúsculas en la primera facultad de Periodismo de España y que ha formado a muchos buenos profesionales de este país: D Ángel Faus. El recuerdo idílico de aquellos años fue dinamitado por la realidad nada más entrar al edificio de Ciencias Sociales. Caras, voces y gestos trastocados por el paso del tiempo y la vida. Me vi obligado a realizar auténticos esfuerzos de prestidigitación sentimental para no encontrarme con mi otro yo en algún rincón del gris y luminoso mastodonte de Vicens. Actos así te obligan a parar, pensar y hacer balance... aunque no quieras. ¿Quién es el que realmente ha cambiado tanto?. Afortunadamente hay más motivos para mirar adelante que para regodearse hasta las rodillas en el charco de la nostalgia. Volver... nunca es indiferente.

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