Hay regalos y regalos. Creemos que nos hacen más ilusión los materiales... pero no es del todo cierto. Inevitablemente terminan abandonados en el fondo de un cajón o pasados de moda en las tripas del armario. Hay regalos que no vienen envueltos en papel ni llevan lazos de colores. Son los mejores.
Mi viejo amigo Pierre Menard me ha obsequiado hace unos días rescatando un precioso texto que hace tiempo compartimos en las ondas. Tiene el sabor profético de la amistad añeja actualizada por esta nueva mirada que nos lleva en los últimos meses:
Mi viejo amigo Pierre Menard me ha obsequiado hace unos días rescatando un precioso texto que hace tiempo compartimos en las ondas. Tiene el sabor profético de la amistad añeja actualizada por esta nueva mirada que nos lleva en los últimos meses:
"Al amor le cantamos y de él decimos tantas cosas que parecen las mismas repetidas una y mil veces por todo el planeta. Entre las nubes y borrascas de la vida, el amor sólo nos rescata, aunque a veces parezca una condena. Después de tanto todo, todo es nada, sin un amor que explique, que sostenga, la frágil condición de nuestra nada". Prueba a regalar palabras. Sólo hay que encontrar las adecuadas. Si aciertas... habrás triunfado.
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