Rescato para ustedes este magnífico artículo del mes pasado de Luis María Anson en su canela fina de El Mundo. Pasó un poco desapercibido en medio de la polémica por las reprobaciones parlamentarias al Papa tras su atrevido llamamiento a "humanizar la sexualidad" en el continente africano. Merece la pena. En él, el académico, periodista y escritor cuenta cómo a lo largo de sus numerosos viajes ha podido comprobar, en primera persona, la impresionante labor asistencial y de cariño que imparten junto a las camas de los enfermos sidosos los misioneros y misioneras católicas repartidos por los rincones más remotos del planeta. Esta es la escueta verdad: "José Luis Rodríguez Zapatero, para dar una lección a la Iglesia Católica, ha decidido obsequiar a Africa con un millón de preservativos pagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles. ¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados por Bibiana Aído, va a enviar para que se instalen durante diez años en los hospitales especializados en sida, para que convivan con los enfermos, les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen? El Papa ha instalado en el Africa enferma a muchos millares de monjas y curas, de misioneros y misioneras. Obras son amores. Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y atenciones". Lo demás son embustes y mentiras: "El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en Africa es la monogamia y la fidelidad. Quienes combaten el sida en Africa, quienes atienden a los enfermos son las misioneras, los misioneros católicos. Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papa y despotricar contra la Iglesia. Se me ocurrió aclararle: «Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexuales aunque afecte ya a los heterosexuales. Seguro que tú nunca te pondrás enfermo. Pero ten por seguro que, si así fuera, quien te atenderá con amor y dedicación en el hospital será una monja católica». Se quedó callado como una puta el simpático gay y los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema". Dicho queda.
Cuando el hombre pierde el miedo a equivocarse es LIBRE. Eso es la REDENCIÓN. El PERDÓN. Cuando el hombre es consciente de que hay perdón rompe el último baluarte de los enemigos de la LIBERTAD, que es meter miedo. Se pierde el miedo incluso a la propia equivocación, se es más libre y entonces saca lo mejor de si mismo.
martes, 26 de mayo de 2009
ANSON, PRESERVATIVOS, SIDA, IGLESIA
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