
La respuesta del Papa: La cobertura de los medios ignoró completamente el resto del viaje a Africa a causa de una simple afirmación. Alguien me había preguntado por qué la Iglesia Católica adopta una posición irreal e ineficaz respecto del SIDA. En ese momento, realmente sentí que estaba siendo provocado, porque la Iglesia hace más que nadie. Y mantengo esa afirmación. Porque es la única institución que asiste a la gente de modo cercano y concreto, con prevención, educación, ayuda, consejo y acompañamiento. Y porque no se queda atrás en tratar a muchas víctimas de SIDA, especialmete niños con SIDA. Tuve la oportunidad de visitar uno de estos lugares y de hablar con los pacientes. Esa era la respuesta real: La Iglesia hace más que nadie, porque no habla desde el tribunal de los periódicos, sino que ayuda a sus hermanos y hermanas donde realmente están sufriendo. En mis afirmaciones no estaba haciendo una declaración general acerca del tema del condón, sino que simplemente dije, y eso es lo que causó gran ofensa, que no podemos resolver el problema distribuyendo condones. Ha de hacerse mucho más. Hemos de estar cerca de la gente, hemos de guiarles y ayudarles; y hemos de hacer esto tanto antes como después de que contraigan la enfermedad. De hecho, ya sabe usted, la gente puede conseguir condones cuando quiera de todos modos. Pero esto simplemente muestra que los condones solos no resuelven la cuestión misma. Ha de ocurrir algo más. Mientras tanto, el mismo ámbito secular ha desarrollado la así llamada teoría ABC: Abstinencia, Fidelidad, Condón, donde el condón es entendido sólo como el último recurso, cuando los otros dos fracasan. Esto significa que la exclusiva fijación en el condón implica una banalización de la sexualidad que, en definitiva, es precisamente el origen del peligro de la actitud de no ver ya la sexualidad como la expresión del amor, sino sólo como un tipo de droga que la gente se administra a sí misma. Esa es la razón de que la lucha contra la banalización de la sexualidad sea parte de la batalla por asegurar que la sexualidad sea tratada como un valor positivo y para hacerla capaz de tener un efecto positivo en el conjunto de la persona humana. Puede haber una base en el caso de algunos individuos, como quizá cuando un hombre que se dedica a la prostitución usa un condón, en que esto puede ser un primer paso en la dirección de una moralización, una primera asunción de responsabilidad, en el camino hacia la recuperación de la consciencia de que no todo está permitido, y de que uno no puede hacer todo lo que quiere. Pero no es este realmente el modo de afrontar el daño de la infección por VIH. (Ese modo) realmente sólo puede estar en una humanización de la sexualidad.
Está usted diciendo, entonces, que la Iglesia católica de hecho no se opone en principio al uso de condones?
(La Iglesia) por supuesto no los ve como una solución real o moral, pero en casos particulares, puede haber, sin embargo, en la intención de reducir el riesgo de infección, un primer paso en un movimiento hacia un modo diferente, un modo más humano, de vivir la sexualidad".
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