Hace unos días uno de nuestros amables lectores comentaba a raiz del atentado de ETA en la Universidad de Navarra, dentro del rico y plural debate que se establece en este blog con los comentarios, que no creía en el perdón sobrenatural ("el perdón que tanto se da a los terroristas despues de sus actos, es sólo un perdón de cabeza, no sentido, si no, seríamos robots") porque -afirmaba- ése sólo es de Dios y no de los hombres. Dos noticias registradas en las últimas horas nos vuelven a centrar nuevos argumentos y ejemplos para la discusión sobre el perdón cristiano en toda su profunda dimensión. ¿Se puede perdonar realmente con el corazón del ser humano a los más crueles enemigos? La hermana Presentación López Vivar, con apellido recio castellano, lo tiene claro. Es misionera en el Congo desde hace 14 años y hace unos días le han tenido que amputar las dos piernas tras la explosión de una bomba, mientras salvaba vidas y curaba heridas, en mitad del fuego cruzado entre el ejercito gubernamental y las milicias tutsis. Ella, postrada en una silla de ruedas, perdona a sus agresores y quiere volver cuanto antes allí por si puede ser útil: "Gracias a Dios he sido yo sola la herida. Es una suerte que me hayan cortado las piernas por debajo de la rodilla ya que me permitirá utilizar prótesis y no estar siempre recluida". Por otro lado la familia y los compañeros de colegio del joven de 18 años Álvaro Ussía, mortalmente apaleado por los porteros de una discoteca de Madrid este fin de semana, también apelan, desde la serenidad, al perdón frente a la sinrazón y la violencia: "El corazón de todos pide justicia, y el corazón de todos, siguiendo a Jesucristo, ofrece perdón y amor". Nadie discute que perdonar con todas las letras cuesta y es difícil. A tenor de lo que acabamos de leer, no imposible ni inalcanzable para el ser humano.
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