Cuando menos te lo esperas, de la forma más natural y cotidiana, la vida te regala uno de esos momentos que merece la pena ser saboreado con calma. Así es como, atrapado por la maraña de sentimientos contradictorios y confusos a los que la paternidad te condena, aparece en la televisión una película que pone las mejores palabras y sensaciones a lo que te está pasando. Había oído hablar bien de un director de cine argentino llamado Daniel Burman que con tan sólo 35 años cuenta ya con seis películas a sus espaldas. También sabía que la Santa Sede había otorgado, curiosamente a un judío, el premio Robert Bresson en el reciente Festival de Venecia y que su última película, "El nido vacío", acaba de subir al palmarés del Festival de San Sebastián y se estrena este fin de semana en las principales salas cinematográficas de toda España. Pero no había visto ninguna película suya hasta que esta noche en la 2 de TVE, Cayetana Guillén Cuervo, nos ha obsequiado con "Derecho de familia" en su programa Versión Española. Los lectores habituales del blog saben que de cine sé más bien poco y que no soy buen crítico. Sin embargo creo saber porqué una película me parece buena y me ha gustado. Así ha ocurrido con ésta. Burman asegura que el gran tema que hay para contar, a su juicio el único, es el de LA FAMILIA. Tal y como ha narrado siempre toda la literatura clásica es lo que nos configura, determina y explica en lo más profundo de nuestro ser. Con nuestras grandezas y nuestras miserias, con nuestros defectos y virtudes, desde un punto de vista muy íntimo y, a veces, inconfesable. Seamos huérfanos o vengamos de una numerosa, todos tenemos una familia y por tanto una importante tensión dramática que nos proyecta hacia el futuro. Todo ello sin estridencias, naturalidad y con la continua sensación de que la vida se nos escapa entre las manos. Especial atención merece para el cineasta gaucho la relación entre padres e hijos. Nos pasamos la vida luchando contra el legado que nuestros padres, con su educación, nos han transmitido para volver a vernos retratados en la siguiente generación por algo más que la carga genética. Tratado además con una gran elegancia fílmica, optimismo, sentido del humor, una exquisita narrativa de lo cotidiano y una magistral interpretación de su actor fetiche Daniel Hendler. En las películas de Burman las cosas realmente interesantes transcurren de la forma más real, sencilla y cotidiana. Como en la vida. Sin sobresaltos ni poses hollywoodienses. Apunten el nombre de este joven y brillante director. Es un tipo simpático, original y con una sensibilidad humana y espiritual fina y positiva. Sus películas son cercanas porque las historias que cuenta están muy pegadas a la realidad y transcurren con la sinceridad de la ilógica lógica del amor. La cámara es realmente testigo de la vida que transcurre sin quitar ni un ápice de verdad ni espontaneidad a lo que pasa. Burman es un descurimiento. Síganle la pista. Contará historias que, sin duda, van a merecer la pena.Cuando el hombre pierde el miedo a equivocarse es LIBRE. Eso es la REDENCIÓN. El PERDÓN. Cuando el hombre es consciente de que hay perdón rompe el último baluarte de los enemigos de la LIBERTAD, que es meter miedo. Se pierde el miedo incluso a la propia equivocación, se es más libre y entonces saca lo mejor de si mismo.
viernes, 24 de octubre de 2008
DANIEL BURMAN
Cuando menos te lo esperas, de la forma más natural y cotidiana, la vida te regala uno de esos momentos que merece la pena ser saboreado con calma. Así es como, atrapado por la maraña de sentimientos contradictorios y confusos a los que la paternidad te condena, aparece en la televisión una película que pone las mejores palabras y sensaciones a lo que te está pasando. Había oído hablar bien de un director de cine argentino llamado Daniel Burman que con tan sólo 35 años cuenta ya con seis películas a sus espaldas. También sabía que la Santa Sede había otorgado, curiosamente a un judío, el premio Robert Bresson en el reciente Festival de Venecia y que su última película, "El nido vacío", acaba de subir al palmarés del Festival de San Sebastián y se estrena este fin de semana en las principales salas cinematográficas de toda España. Pero no había visto ninguna película suya hasta que esta noche en la 2 de TVE, Cayetana Guillén Cuervo, nos ha obsequiado con "Derecho de familia" en su programa Versión Española. Los lectores habituales del blog saben que de cine sé más bien poco y que no soy buen crítico. Sin embargo creo saber porqué una película me parece buena y me ha gustado. Así ha ocurrido con ésta. Burman asegura que el gran tema que hay para contar, a su juicio el único, es el de LA FAMILIA. Tal y como ha narrado siempre toda la literatura clásica es lo que nos configura, determina y explica en lo más profundo de nuestro ser. Con nuestras grandezas y nuestras miserias, con nuestros defectos y virtudes, desde un punto de vista muy íntimo y, a veces, inconfesable. Seamos huérfanos o vengamos de una numerosa, todos tenemos una familia y por tanto una importante tensión dramática que nos proyecta hacia el futuro. Todo ello sin estridencias, naturalidad y con la continua sensación de que la vida se nos escapa entre las manos. Especial atención merece para el cineasta gaucho la relación entre padres e hijos. Nos pasamos la vida luchando contra el legado que nuestros padres, con su educación, nos han transmitido para volver a vernos retratados en la siguiente generación por algo más que la carga genética. Tratado además con una gran elegancia fílmica, optimismo, sentido del humor, una exquisita narrativa de lo cotidiano y una magistral interpretación de su actor fetiche Daniel Hendler. En las películas de Burman las cosas realmente interesantes transcurren de la forma más real, sencilla y cotidiana. Como en la vida. Sin sobresaltos ni poses hollywoodienses. Apunten el nombre de este joven y brillante director. Es un tipo simpático, original y con una sensibilidad humana y espiritual fina y positiva. Sus películas son cercanas porque las historias que cuenta están muy pegadas a la realidad y transcurren con la sinceridad de la ilógica lógica del amor. La cámara es realmente testigo de la vida que transcurre sin quitar ni un ápice de verdad ni espontaneidad a lo que pasa. Burman es un descurimiento. Síganle la pista. Contará historias que, sin duda, van a merecer la pena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario