Hace años escuché en un programa radiofónico a Boris Izaguirre decir, no sin cierta malicia, que le parecía increíble que, en pleno siglo XX, todavía hubiera gente que creyera en un Dios que todos los años acababa crucificado en una cruz. Que creyera en un Dios que siempre fracasaba. Evidentemente el venezolano del glamour y la trasgresión verbal estaba profundamente equivocado al decir esto. La historia que rememoramos en Semana Santa los cristianos nunca termina en la Cruz. Es de cajón de madera de pino. Nadie seguiría a un fracasado. No somos tan tontos. Quien así lo entiende sólo puede tener una visión distorsionada, sesgada, perversa y pobre del cristianismo y su maravillosa y seductora historia de Salvación. La Pasión termina inevitablemente en la Resurrección. Si Jesucristo no hubiera resucitado al final de todo su vía crucis, nada de lo que ha acontecido antes tendría sentido y lógica. No se trata de un Dios que fracasa en la Cruz sino de un Dios que triunfa en la Resurrección. Al constatar que Cristo ha resucitado, el ser humano ya no puede tener miedo a la muerte y rompe las cadenas del miedo y la esclavitud. Lo ha recordado el Papa Benedicto XVI en su homilía de esta Pascua: "La muerte y resurrección del Verbo de Dios encarnado es un acontecimiento de amor insuperable, es la victoria del Amor que nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte. Ha cambiado el curso de la historia, infundiendo un indeleble y renovado sentido y valor a la vida del hombre". El problema está en que durante la Semana Santa muchos cristianos se regodean en exceso en toda la imaginería y el sentimiento monocorde y fácil que expresa únicamente la angustia de la pasión, olvidándose de que la gran noticia, sin la cual la historia estaría inconclusa, es la Resurrección. "Resurrexit sicut dixit". Se cumple la promesa de Cristo. Y esto sólo puede ser fuente de confianza, liberación y gozo para todas las personas, incluído Boris. La muerte ha sido vencida. Se ha roto el último baluarte de los enemigos de la libertad, que es el miedo.
Por todo ello, brindemos juntos. Hay motivos. ¡Feliz Pascua!
2 comentarios:
Venezolano, Boris es venezolano.
Y dale con argentino... katxis!!! ya lo he cambiado!!
Gracie!
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