jueves, 7 de febrero de 2008

REFLEXIONES EN TORNO A LA MUERTE DE UN AMIGO

El fallecimiento repentino de un joven y muy buen amigo de 40 años por culpa de un infarto traicionero me ha vuelto a poner hace unas horas frente a la muerte. Es el momento preciso para llenar de vida y experiencia real todo lo que habitualmente uno cree y practica de forma teórica, aunque cueste. Cada lágrima (y ya son demasiadas) es un recuerdo entristecido... pero también una buena oportunidad para dar muchas gracias a Dios por haberme regalado su amistad y sus frutos durante todos estos años. Qué triste, engañosa y poco apasionante sería una vida que se terminara así, sin más, a los 40 años. Qué triste sería que no hubiera nada después. Que sólo quedara la angustia y el vacío que sentimos ahora y que nos oprime el alma. Afortunadamente tenemos el Don de la Fe que, ni mucho menos, es el consuelo de los cobardes cuando se experimenta con esta ternura. Creo firmemente que Dios no hace putadas. Que nos quiere con locura. Estoy convencido de que mi amigo está en el cielo o a sus puertas. De que éste era el mejor momento para que alcanzara la Vida Eterna, aunque a los terrícolas nos cueste entenderlo y aceptarlo. Que estará pasándoselo como nadie ahí arriba y riéndose, con cariño y ternura, de todos nosotros. Porque el Padre Bondadoso tiene un apasionante y maravilloso plan para cada uno... aunque lo desconozcamos y frecuentemente se nos olvide en medio de nuestros egoismos y el fragor de la batalla. Así pues, la verdadera prueba, el auténtico mazazo, es para los que aquí nos quedamos todavía: su mujer, su familia y sus muchos amigos. Hoy, todos ellos, nos sentimos un poco más solos y abandonados. Este fuerte golpe nos vuelve a poner desnudos y desprotegidos frente al Misterio de la existencia y, qué suerte, poder contar con el bálsamo-respuesta de la verdadera Esperanza. Habrá que rezar mucho por su alma, desde luego. Pero, sobre todo, para que esta dura prueba sea la mejor oportunidad para recordarnos lo que de verdad importa: que compensa gastar la vida amando a Dios y a los demás. Eso, al final, es lo que queda flotando en torno al cadáver y a la memoria de las personas. Carlos, me consta, lo hizo con toda su grandeza. De ello cogeremos fuerzas para vivir hasta que nos llegue la hora afortunada del Abrazo Eterno. Requiescant in Pace. Amen.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y qué suerte tuvo Carlos de haber contado contigo, ánimo Javi!

Anónimo dijo...

Requiescat in pace (en singular)

Anónimo dijo...

Descanse en Paz, Carlos Palacios Blanco, director de COPE León. Un buen tipo.