"Decía Borges que siempre se mueren los demás, pero esa certeza estadística se trocó para mí hace unos días en pura duda filosófica. Será que a uno, sabedor del inconveniente de haber nacido, todavía le sobresaltan ciertas muertes, porque en ellas sentimos la mordedura empozoñada y alevosa del destino y uno también se muere un poco en ellas. Tal sería el caso. Dicen que ha muerto Carlos Palacios inopinada y precipitadamente, y yo con él, aunque viva para contarlo. Eso justamente quiero, después de hacer balance provisional con mi memoria. A Carlos y a mí nos unieron nuestras diferencias y Javier Visiers, común y paciente amigo que supo refrenar nuestros únicos y ardorosos parecidos: genio vivo y candoroso orgullo. Carlos era –es- conservador y yo no. A primera vista, irreductibles antagonistas ambos de palabra y obra. Pero no tal. Palacios, monumental, honrado y radiofónico, me hizo posible a mí a pesar de mí mismo y, lo que es más importante, consintió y dirigió una renovada Barataria oral llamada COPE Alcalá. Eran otros tiempos, ya lo sé, pero no menos turbulentos y comprometedores que éstos. Carlos, por ejemplo, estoico e invulnerable, aguantó los embates del actual alcalde de Alcalá contra mi persona y nunca jamás se consintió redimirme o apagar mi voz en su emisora. Carlos –también Visiers- convirtieron la Radio de Alcalá en lo que ya no era: eco liberado y reescrito en el aire. Ya digo, las diferencias nos unieron. Y ahora evoco los periplos por los pueblos de Guadalajara a pie de micro, su nobleza y bonhomía activas, la generosidad incorpórea que desparramaba a raudales, las partidas de mus que siempre perdía contra mí o las risas estridentes que bombeaba su poderosa caja torácica a micrófono abierto. Pienso en él y, de pronto, sé que la vida existió y existe. Él, Carlos Palacios, vive en mí y en otras gente más allá de la muerte, porque, en definitiva, la muerte también se puede vivir. Tal es el caso. Fallaron las estadísticas, querido maestro Borges". PEDRO ATIENZA
2 comentarios:
Como siempre, chapeau, maestro!
Qué honor que alguien escriba esto de ti cuando te hayas ido... yo también quiero.
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