lunes, 9 de junio de 2008

ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO

Habitualmente los defensores de la eutanasia suelen argumentar su defensa del "derecho a morir dignamente" en la necesidad de evitar los excesos médicos que se pueden perpetrar en la última hora y que pueden alargar innecesariamente la agonía del moribundo. De una forma subjetiva y sibilina se da a entender que los defensores de la vida están a favor del encarnizamiento terapeútico, es decir, de prolongar por todos los medios, y a pesar del sufrimiento, la vida de los enfermos llamados a rendir cuentas ante el altísimo. A todos los que así piensan me gustaría leerles un párrafo del juramento hipocrático que tuve la oportunidad de escuchar este fin de semana durante la licenciatura de unos doscientos nuevos médicos en Pamplona. Como sabrán los lectores el texto data de muy antiguo y forma parte del compromiso que adquieren los galenos de por vida con su profesión y con la sociedad. Escuchar como lo juran en voz alta y solemnemente doscientos recién licenciados, después de proclamar que la piedad es el motor de la medicina, pone la piel de gallina: "No prescribiré ni administraré a ningún paciente, aun cuando me lo pidiere, una medicina en dosis letal, ni aconsejaré cosa semejante. Nunca haré nada, por acción u omisión, con el propósito directo y deliberado de acabar con una vida humana". Posteriormente, y aquí se desmonta toda esta filosofía proeutanásica, añade: "No prolongaré la agonía del moribundo con tratamientos inútiles y obstinados. Por el contrario, procuraré aliviar sus sufrimientos, administrándole, con competencia y humanidad, los remedios de la medicina paliativa". Los que defendemos la vida sabemos que la ciencia médica debe trabajar por aliviar y evitar todo sufrimiento al enfermo, siendo muy conscientes de que el cuerpo humano tiene una fecha de caducidad que nunca dependerá de nosotros mismos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De hace 25 siglos y ya ves ¡como el primer día! Es una buena costumbre de los Colegios Oficiales de Médicos que han editado, en algunos casos, un pergamino con el texto de Hipócrates.
Mientras asistías a la ceremonia que citas se estaba clausurando en Salamanca el VII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos y por ahí va la contraoferta al encarnizamiento, a la eutanasia, al suicidio asistido y a tantos y tantos morires sin ayuda y sin consuelo.
"Aquellos que tienen la fuerza y el
amor para sentarse junto a un paciente moribundo, en el silencio que va más allá de las palabras, sabrán que ese momento no asusta,
ni es doloroso... ser testigo de una muerte pacífica es como observar una estrella fugaz."

E. KÜBLER-ROSS