domingo, 15 de junio de 2008

NECESITO CREER EN MI PAÍS

Hay días en los que uno no se siente nada identificado con su país... juega la selección, concursamos en eurovisión, nuestros gobernantes hablan, las modas, los programas de televisión, lo que dicen "los intelectuales", los debates sociales, los héroes y villanos, toreros y actrices, folclóricas, lo que hemos cambiado en tan poco tiempo, los santos y los cantos... y sin embargo, por una extrañísima razón que habita en lo más hondo de su ser, necesita creer en España. Al margen de nacionalismos y boinas provincianas, sí existe el cariño y el amor-odio a nuestra idiosincrasia más genuina y el humus característico que nos ha configurado en torno al límite geográfico de esta piel de toro. Para poder poner las mejores palabras a este sentimiento, y entenderme, tengo que echar mano, una vez más, de la poesía. Encuentro un verso de Miguel d´Ors que habla de ello y que se llama El Tema de España:

"Y cuando ya por fin me he decidido
a apretar el gatillo
y soltarle a la Patria en pleno rostrum
esa opinión que llevo entre los dientes,
como un muelle contraído, desde los reyes godos;
cuando lo de esta vez ya es demasiado
y ya me encuentro en el apunten, fue
llega de pronto el vino del Ribeiro
o los esparraguicos de Tudela,
o llega, qué sé yo, las hayas de Tacheras,
un olor sevillano,
unas cuantas montañas, Las Meninas,
palabras de Cervantes, Machado, Garcilaso,
«un no sé qué que quedan balbuciendo»,
y el grito retrocede silenciosa
-mente, rabo entre piernas,
y en el fondo de mí la sangre se avergüenza
de haberle sido infiel a tanta España...
hasta que se presenta
la «canción española» con su olor a sobaco,
Goya con la familia de cacacarlos IV,
Pamplona venerando a San Fermín obispo
con cogorza coral
y coitos interruptos en todos los idiomas
—veneración venérea—,
nuestra invencible selección de fútbol
que una vez más regresa triunfalmente
zurrada 4 a 0, nuestros retretes públicos
(quizá nuestro más típico género literario),
nuestros transportes públicos,
nuestras mujeres ídem, tan prolíficas,
o viene miguel d’ors, sin ir más lejos,
mi alter ego manchego,
y entonces enrojezco como el Etna, ya basta,
ni hablar de seguir siendo parte de este sainete,
hasta aquí hemos llegado, se acabó
(regrese, por favor, al primer verso)"

Miguel d'Ors, Curso superior de ignorancia (1987).

No hay comentarios: