martes, 13 de noviembre de 2007

LA CARTA DE AMOR QUE ME HUBIERA GUSTADO ESCRIBIR

A cualquiera de nosotros nos hubiera gustado escribir una carta de amor de tanta fuerza y belleza. La escribe Bartolomé Blanco Márquez, cordobés de 21 años, a su novia Maruja en la madrugada del 1 de octubre de 1936 desde la cárcel de Jaén en la que se encuentra retenido. Ha sido apresado por el terrible delito de ser el secretario de los jóvenes de Acción Católica y por colaborar activamente con la labor pastoral de los salesianos. Al día siguiente se va a proceder a su ejecución: "Maruja del alma: Tu recuerdo me acompañará a la tumba y mientras haya un latido en mi corazón, éste palpitará en cariño hacia ti. Dios ha querido sublimar estos afectos terrenales, ennobleciéndolos cuando los amamos en Él. Por eso, aunque en mis últimos días Dios es mi lumbrera y mi anhelo, no impide que el recuerdo de la persona más querida me acompañe hasta la hora de la muerte" (...) "Cuando me quedan pocas horas para el definitivo reposo, sólo quiero pedirte una cosa: que en recuerdo del amor que nos tuvimos, y que en este instante se acrecienta, atiendas como objetivo principal a la salvación de tu alma, porque de esa manera conseguiremos reunirnos en el cielo para toda la eternidad, donde nada nos separará" (...) " No olvides que desde el cielo te miro, y procura ser modelo de mujeres cristianas, pues al final de la partida, de nada sirven los bienes y goces terrenales, si no acertamos a salvar el alma".
Bartolomé Blanco Márquez moría fusilado al amanecer. El pasado 28 de octubre de este año era beatificado en Roma junto a los 497 mártires españoles. La carta completa la podéis leer aquí.

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