miércoles, 21 de marzo de 2007

SÍNDROME DEL HIJO DE DIVORCIADOS

Me lo contaba el otro día la que ha sido directora de uno de los institutos más importantes de una castellana capital española. Ella que es mujer de izquierdas, progresista, feminista y rompedora de todo lo establecido desde los años sesenta. "Con lo de la ley del divorcio, quizás nos equivocamos. La mayoría de los problemas que hoy nos encontramos en las aulas, si rascas un poco, tienen su origen en un divorcio de los padres". Dábale yo vueltas a este asunto cuando esta mañana me encuentro en la prensa la carta de un profesor y psicólogo de un colegio de Madrid que habla del síndrome del hijo de divorciados. A raíz de las estadísticas presentadas sobre el aumento de separaciones matrimoniales por la ley del divorcio express intenta aportar su experiencia: "Después de la ruptura matrimonial, los niños son utilizados por sus padres; se acahacan al otro cónyuge todos los males de la familia, se descuida la educación de los hijos y se les da todos los caprichos para ganárselos. ¿Se han tenido en cuenta, al facilitar los trámites de divorcio, a los hijos que sufren la ruptura?". Dar facilidades para romper el matrimonio, a la primera de cambio, es una forma de debilitar la importancia y necesidad de un fuerte vínculo para su desarrollo y supervivencia estable. Quizás la solución venga también por un paso previo: concienciar a la sociedad de la exigencia, fortaleza, preparación y cualificación que se requiere para formar una familia. No todo el mundo está preparado para ello. Los frutos de esta cultura divorcista ya están empezando a notarse.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por eso lo mejor que se puede hacer es no casarse. Hoy en día no hay necesidad de atarse, como se hacía antes, de por vida a nadie. Lo mejor es ser sincero desde el principio. Estar juntos hasta que el amor se termine y evitar formar una familia si el proyecto no apunta claramente y de mútuo acuerdo en esa dirección. Mola la milonga del divorcio. Ánimo!
Leónidas

Anónimo dijo...

En la era de la comodidad todo el mundo funciona por la ley del mínimo esfuerzo hasta el punto de no saber sacrificarnos ni siquiera por nuestros propios hijos que quizá sea lo más importante que hagas y tengas en la vida...

Anónimo dijo...

Tienes razón, la ley del mínimo esfuerzo es divorciarse, a niguno de los divorciados que conozco les costó nada hacerlo, fue un placer de hecho, mucho mejor que los hijos vivan en una familia donde los padres se detestan, así se aprende el amor en primera persona, prohibición del divorcio ya.

Anónimo dijo...

Los padres que han tenido hijos sin quererse en dimensión futura han de asumir y ser conscientes en que, a veces, por el bien de los hijos, es mejor permanecer juntos dando una estabilidad afectiva, al menos, hasta una determinada edad. También es cierto que la madurez, empeño y responsabilidad que implica una decisión así es la misma que se requiere para realizar una buena elección matrimonial que a priori ha fallado. Cada caso es un mundo. Pero desde luego no se favorece nada el vínculo matrimonial quitándole validez al compromiso con una ley divorcista de usar y tirar.