Que nadie se engañe. La ley de igualdad que se aprobaba ayer con gran pompa y circunstancia en el Congreso de los diputados no es "a favor de las mujeres". Está hecha en su contra o, mejor dicho, en favor de los hombres. Me explico. Si dejamos que la fuerza imparable del genio femenino siga adelante, tal y como viene haciéndolo en los últimos tiempos, dentro de veinticinco años, y sin introducir ningún tipo de medida correctora, las mujeres coparán totalmente los consejos de administración de las empresas, las cátedras universitarias, las asociaciones de todo tipo, organismos y también los partidos políticos. Establecer cuotas paritarias por mor de la reiterativa discriminación positiva es, en el fondo, una forma de salvaguardar que en el futuro los hombres no se queden fuera de estos estamentos. La ley está hecha y pensada para que la mujer no cope absolutamente, y por méritos propios, todos estos ámbitos de decisión. Los hombres políticos están literalmente "acojonados". Por eso han hecho esta ley. La diferencia está en que, a diferencia de los varones, las féminas son muy conscientes de que necesitan complementarse con su mejor mitad.
"Ista, ista, ista... ¡Zapatero es un machista!". Que nadie se engañe.
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