Es muy cierto. Todos necesitamos tener una ilusión para, y por la que, vivir. El debate sobre la eutanasia es mucho más complicado cuando el enfermo deja de percibir con claridad los motivos por los que merece la pena apostar por la vida. Si se puede elegir en libertad, la muerte nunca será la mejor de las opciones. Es obvio y evidente. En la actualidad los avances médicos para paliar el dolor del enfermo y el importante desarrollo de los cuidados paliativos han conseguido, en un alto porcentaje, hacer la enfermedad soportable físicamente para casi todos los enfermos. Resuelta esta cuestión, es momento de no perder la razón para vivir. Muchas veces la dimensión espiritual y psicológica es la que puede ofrecer el sentido, la ilusión y la esperanza para afrontar la vida desde cualquier escenario o circunstancia. El caso de Hilary Lister es un claro ejemplo de todo esto. En el año 2003 esta tetrapléjica británica, encerrada en su casa y sin muchas ilusiones, tras averiguar la dosis de morfina que necesitaba para suicidarse, había decidido poner fin a su vida y tenía ya escritas hasta las cartas de despedida. La providencia, o el azar, hicieron que un buen día su vecino le propusiera salir a navegar con él. A regañadientes y por complacerle aceptó. Se hizo a la mar y su vida giró radicalmente: "Me envolvieron hasta el cuello en una silla de jardín, me pusieron un tablón en las piernas y otro en la espalda y empezamos a navegar en el Lago Westbere. De pronto podía sentir el movimiento del agua contra el barco y no sentía el dolor. Los pájaros cantaban, el sol brillaba y pensé: 'Ya está'. Acababa de encenderse de nuevo la luz dentro de mí. Le había vuelto a encontrar un sentido a mi vida". Desde entonces Hilary ha vivido casi sólo para la vela y ha afrontado con éxito diversos desafíos. En su página web podemos leer cómo en agosto de 2005 se convirtió en la primera tetrapléjica en cruzar en solitario el Canal de la Mancha y en julio de 2007 dio la vuelta en su barco a la isla de Wight. Este 2009 acometerá el reto que se le resiste: rodear ella sola Gran Bretaña a bordo de su velero. Su historia personal es ciertamente increíble y nos da una idea de lo que la vida puede cambiar cuando se tiene una verdadera ilusión, una esperanza y un sentido que nos recuerda aquello de "qué bello es vivir". Si el vecino de Hilary hubiera pertenecido a la asociación "Derecho a morír dignamente" probablemente esta historia nunca se hubiera podido contar así.
Cuando el hombre pierde el miedo a equivocarse es LIBRE. Eso es la REDENCIÓN. El PERDÓN. Cuando el hombre es consciente de que hay perdón rompe el último baluarte de los enemigos de la LIBERTAD, que es meter miedo. Se pierde el miedo incluso a la propia equivocación, se es más libre y entonces saca lo mejor de si mismo.
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