martes, 26 de junio de 2012

CHIARA CORBELLA: LA SANTIDAD DE UNA MADRE



Este sábado, en la iglesia de Santa Francisca Romana de Roma, se ha celebrado el funeral de la joven madre Chiara Petrillo, tras un sufrimiento de cerca de dos años provocado por un tumor letal. Una ceremonia que lejos de ser fúnebre ha sido una gran fiesta en la que han participado cerca de mil personas que han llenado la iglesia, cantando, tocando, aplaudiendo desde la entrada del féretro hasta su salida. Es una historia extraordinaria cuyo video en Youtube ha registrado ya miles de visitas en todo el mundo. Esta joven romana de solo 28 años, bella, luminosa, con la sonrisa siempre en los labios, murió por retrasar el tratamiento que habría podido salvarla, con tal de llevar a buen puerto el embarazo de Francisco, un niño esperado desde el primer momento de su matrimonio con Enrico. No era el primer embarazo de Chiara. Los dos anteriores acabaron con la muerte de los niños, con graves malformaciones, nada más nacer. Sufrimientos, traumas, sentimiento de desánimo, pero Chiara y Enrico nunca se cerraron a la vida, con lo que tras algún tiempo llegó otro embarazo: Francisco. Esta vez las ecografías confirmaban la buen salud del niño, sin embargo al quinto mes a Chiara los médicos le diganosticaron una lesión de la lengua que tras una primera intervención, se confirmó ser la peor de las hipótesis: un carcinoma. Desde entonces, Chiara y su marido han luchado sin perder la fe y “aliándose” con Dios para decir sí a la vida. Chiara defendió a Francisco sin pensárselo dos veces y aún corriendo un grave riesgo, retrasó su tratamiento llevando adelante la maternidad. Sólo tras el parto la joven pudo someterse a una nueva intervención quirúrgica más radical y a los sucesivos ciclos de quimio y radioterapia. Francisco nació sano y guapo el 30 de mayo de 2011; pero Chiara, consumida hasta perder incluso la vista del ojo derecho, tras un año, no lo superó. El miércoles pasado, hacia mediodía, rodeada de parientes y amigos, acabó la batalla. Contra el “dragón” que la perseguía, como ella definía el tumor, en referencia a la lectura del Apocalipsis. Una mujer que vivió gastando su vida por amor a los otros, y que un día llegó a confiar a su marido: “quizá la curación en el fondo no la quiero, un marido feliz y un niño sereno sin la mamá son un testimonio más grande que el de una mujer que ha superado la enfermedad. Un testimonio que podría salvar a tantas personas...”. Todos los asistentes se llevaron de la parroquia en la Chiara y Enrico vivían su Fe una plantita –por voluntad de Chiara que no quería flores en su funeral sino que cada uno recibiera un regalo- y en el corazón un “pedacito” de este testimonio, orando y pidiendo la gracia a esta joven mujer a la que quizá un día llamen la beata Chiara Corbella.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Podríais subir el resto del testimonio con los subtitulos?
Gracias!

GAUDENCIO dijo...

Si pinchas en el enlace que aparece en el post donde pone "Youtube" te lleva a los diez minutos de testimonio de Chiara y su marido en una parroquia meses antes de morir. Si no sale la traducción automáticamente al español tienes que pinchar en donde dice CC en youtube. El enlace directo es:
http://www.youtube.com/watch?v=geSFe3AGsTQ

Anónimo dijo...

Antes de morir, Chiara escribió una carta para su hijo Francesco: «Voy al cielo a cuidar a María y a Davide; tú, quédato con papá. Yo rezaré por ustedes desde allá».

Enrico Petrillo, el marido de Chiara, leyó esa carta durante el funeral de la chica. Una ceremonia en la que participaron miles de personas. Pocos días después, Enrico ofreció una entrevista a la Radio Vaticana.

En un vídeo publicado en YouTube, Chiara pronunció la siguiente frase: «El Señor pone la verdad dentro de cada uno de nosotros; no hay posibilidad de malinterpretarla». Durante la entrevista con Enrico, le preguntaron que cuál era la verdad que había descubierto.

Decisiones erróneas sobre el aborto
«Esa frase –respondió el joven– se refiere al hecho de que el mundo de hoy, según nosotros, te propone decisiones erróneas frente al aborto, frente a un niño enfermo, frente a un anciano terminal, tal vez con la eutanasia... El Señor responde con nuestra historia que se fue escribiendo sola: fuimos un poco espectadores de nosotros mismos durante estos años. Responde tantas preguntas que son de una profundidad increíble. Sin embargo, el Señor responde siempre de forma muy clara: somos nosotros los que filosofamos sobre la vida, sobre quién la creó y, al final, nos confundimos solos queriendo convertirnos un poco en padrones de la vida y tratando de huir de la Cruz que el Señor nos dona. En realidad, esta Cruz (si la vives con Cristo) no es fea como parece. Si confías en Él, descubres que en este fuego, en esta Cruz no te quemas, y que en el dolor existe la paz y que en la mierte existe la alegría. Cuando veía a Chiara que estaba por morir, estaba, obviamente, muy afectado. Después pude cobrar un poco de valor, y pocas horas antes (eran como las ocho de la mañana, y Chiara murió a mediodía) se lo pregunté. Le dije: “Chiara, mi vida, ¿de verdad es dulce esta Cruz, como dice el Señor?”. Ella me miró, me sonrió y, con un hilo de voz, me dijo: “Sí, Enrico, es muy dulce”. Por eso, toda la familia, todos nosotros no vimos morir a Chiara serena: la vimos morir feliz, que es muy diferente».

Lo hermoso que es que te ame Dios
Pero, ¿qué le dirás a tu hijo Francesco cuando te pregunte por su mamá? «Seguramente le contaré lo hermoso que es dejar que te ame Dios, porque si te sientes amado, puedes hacer todo. Esta, según yo, es la esencia, la cosa más importante de la vida: dejarse amar para después amar y morir felices. Esto es lo que le contará. Y le contaré que su mamá Chiara hizo lo mismo. Ella se dejó amar y, en sierto sentido, me parece que está amando un poco a todo el mundo. La siento más viva que antes. Y luego, el hecho de haberle visto morir feliz para mí fue como una derrota de la muerte. Ahora sé que hay algo hermoso que nos espera allá».

¿Una santa como mujer?
¿Te da fastidio el “perfume de santidad” que se está creando alrededor de Chiara? «Sinceramente me tiene sin cuidado. En el sentido de que Chiara y yo habíamos tomado otras decisiones para la vida: nos hubiera gustado envejecer juntos [...] Yo sabía que mi esposa era especial: creo en la beatitud, que una persona sea proclamada beata porque “beato” significa ser felices. Chiara, y en parte yo mismo, vivimos toda esta historia con una gran alegría en el corazón, y esto me dejaba intuir cosas más grandes. Sin embargo, ahora estoy más maravillado, porque me parecen mucho más grandes de lo que yo hubiera podido imaginar». Una maravilla que está viajando por todo el mundo.