En los últimos días le estoy dando vueltas al ACONTECIMIENTO. Para mi sorpresa el escritor checo Franz Kafka habla de ello en sus conversaciones con el joven poeta Gustav Janouch. Los dos visitan la Iglesia franciscana de Praga, Nuestra Señora de la Nieves, mientras hablan de la creación literaria, siempre equiparable al proyecto vital:
-"Uno malgasta la vida esperando pasivamente un mensaje orientador que nunca llega porque precisamente nuestra tensa espera hace que seamos sordos a él; o bien descarta toda esperanza con impaciencia y ahoga su vida entera en una orgía criminal de sangre y fuego. Los dos extremos son erróneos".
- "¿Cuál es el correcto?" -pregunta Janouch.
- "Esto -respondió Kafka sin pensar señalando a una anciana que rezaba de rodillas frente a una capilla lateral próxima a la salida-. La oración (...) La oración, el arte y los trabajos científicos de investigación sólo son tres llamas distintas que surgen de un foco único. Con ellas intentamos superar las posibilidades de nuestra voluntad personal de las que disponemos en un momento dado y llegar más allá de los límites de nuestro pobre y diminuto yo. El arte y la oración sólo son manos tendidas en la oscuridad. Uno mendiga para regalarse a sí mismo".
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